Frankenstein, de Mary Shelley
Reflexiones y emociones tras leer Frankenstein de Mary Shelley
Frankenstein, de partida, no es el nombre del monstruo, sino del joven apasionado y brillante que lo creó. La creatura jamás fue "bautizada" en la historia. Y debo añadir, que, aunque su apariencia física nunca fue descrita con muchos detalles en el libro, basta decir con que debe haber sido concebida por la autora como algo demasiado horrendo y antinatural, para precisamente exacerbar su distancia con el hombre nacido del mundo natural (por lo mismo, decir que no puse dibujo o foto en esta reseña porque no encontré en internet ninguna que le hiciera "honor" a la descripción que hiciera Shelley). Porque la autora jamás hace alusión a algún credo o doctrina, ni espiritual ni científica, como para decir que estuviera del lado de uno u otro personaje. La forma en que se describen los hechos (siempre contados por sus propios protagonistas, en primera persona), es tan cercana y al mismo tiempo parcial, que permite conocer el argumento de todos sus puntos de vista simultáneamente, con lo cual es posible reflexionar y emitir mejor los juicios respecto del todo.
Como es de suponer, la historia me ha gustado muchísimo. Mas, debo aclarar de inmediato que no es la historia en sí (la creación artificial y todas sus consecuencias) lo que me ha cautivado en lo personal, sino el trasfondo y pensamientos de los personajes.
Que ¿qué tienen de interesante sus personajes? Pues, es aquí donde viene el motivo por el cual quise escribir acerca de mi lectura de este libro: a medida que iba avanzando en la historia (no sin sentirme a veces un poco contaminada por la película de Branagh), solía decirme sin siquiera pensarlo "¡que está buena la historia!", pero sólo hasta ahora, que terminaba de leerla, pude por fin hilar la idea que siempre me embargó sin poder hallar las palabras para expresarlo: ¡qué lucidez de la autora, para poder entrever todas las aristas de la mente y el corazón humanos, para poder entregarles a sus personajes ese raciocinio excepcional! No es que todos los personajes fueran unas lumbreras del conocimiento, sino que, sencillamente, expresaban sus sentimientos y pensamientos, desde los más intrascendentes hasta los más ocultos que todos podemos tener, de una manera tan sublime que no había podido entrever en otras obras literarias o de arte en general. Cosas tan simples y cotidianas, y por lo mismo, tan profundas, como hablar sobre la diferencia que existe entre un amigo que conocemos desde niños a uno conocido cuando adulto, etc...
En verdad siento todavía la pasión de los personajes, la vehemencia con la cual sentían y expresaban, con la cual podían respirar. Y no es una vehemencia carnal, sino total: como quien dice, aquel erizar de la piel que traspasa nuestra entrañas, corazón y finalmente nuestra mente. Por todo lo producido por esta obra, asumo que tiene que estar catalogada dentro del movimiento Romántico, pues aunque la historia tuviera un escenario "científico", lo que más protagoniza todos los momentos es la pasión de sus personajes.
Como decía, lo que más me atrajo de la obra fueron sus personajes, ellos, las verdaderas creaturas de Mary Shelley, que no terminaron siendo un "horror", como la pobre creación de Víctor, sino que lograron elevarse por sobre toda la raza humana gracias al don de vida, trascendencia y, especialmente, humanidad, que ella les dio.
Lo cierto es que no logro expresar con palabras lo que siento respecto a esta obra, yo que me creía escritoria, no puedo siquiera farfullar la emoción que me embarga en este instante. Supongo que esta es otra lección de vida para poder mejorar en mi propia afición de escribir.
Finalmente, debo decir que esta lectura tal vez no sea recomendable para personas que desean historias rápidas, ni de terror. Por experiencia propia lo digo, pues intenté leer este libro cuando tenía veintytantos, y sencillamente no pude terminarlo, porque me aburrió antes de llegar siquiera a la mitad. Pero diez años más tarde, con otra perspectiva de la vida, he encontrado su verdadero valor. Y vaya que me ha calado hondo. Y vuelvo a reiterarlo: no por la historia, sino por sus personajes y la delicadeza y lucidez de las palabras de Shelley. Gracias señora, por haber escrito esta historia.
Artículo publicado originalmente por mí, en mi bitacorita.
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